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jueves, 14 de enero de 2010

Un pasatiempo que llegó para quedarse.


Cuando el Comandante en  Jefe de Cuba Fidel Castro Ruz, lanzó la pelota que dejó oficialmente inaugurada la primera Serie Nacional de Béisbol, muchos no imaginaron que esta disciplina, la cual despierta emoción en la mayoría de los cubanos, tendría hoy en día una de las lides más competitivas y apasionantes de Cuba.

Aquel 14 de enero de 1962, hace hoy exactamente 48 años, el Estadio Latinoamericano de Ciudad de la Habana acogió los primeros encuentros de nuestra pelota revolucionaria de forma organizada, cuando se enfrentaron en una doble jornada los conjuntos de Azucareros-Industriales y  Occidentales- Habana. De esta manera se  erradicó totalmente el negocio del béisbol profesional y todos los peloteros de la nación tuvieron la oportunidad de competir por su terruño.

Mucho ha llovido desde entonces, pero pienso que el objetivo de aquella naciente serie se ha cumplido con creces. Gracias a ella nuestro país ha logrado cosechar varios títulos mundiales y olímpicos, siendo los reyes absolutos de este deporte en los campeonatos centroamericanos y panamericanos en los que han participado.

En aquella primera serie un destacado receptor de nuestra provincia vistió los colores de uno de los equipos participantes. El palmero Ramón Hechavarría, catcher de varios conjuntos nacionales,  abrió el camino de sus coterráneos, los que luego darían a Santiago de Cuba nada menos que ocho títulos nacionales y varios lideratos de por vida en unos cuantos departamentos de nuestros clásicos.

Nadie en Cuba ha logrado conectar más jonrones que el “Cañón de Dos Ríos” Orestes Kindelán. Con 487 batazos de vuelta completa, Kindelán es el rey absoluto de la conexión más espectacular del Béisbol. Igualmente es el que más carreras ha impulsado para la goma: 1511, cifras extraordinarias que quedarán para siempre en la historia del principal pasatiempo de los cubanos.

Antonio Pacheco, considerados por muchos, entre los que me incluyó, como el mejor segunda base que ha pasado por el béisbol revolucionario tiene el récord de hits en clásicos nacionales con 2356 y como manager ha logrado tres coronas, llevando a su equipo a animar en todas la series los disputados play-off.

Otros bateadores que se han destacado a lo largo de las series son Elpidio Mancebo, Gabriel Pierre, Rey Isaac, Rolando Meriño y muchos otros que han puesto bien en alto el nombre de Santiago y de Cuba. Que decir de la nueva generación encabezada por Alexei Bell, recordista en varios departamentos, así como Héctor Olivera  fiel seguidor de la escuela indómita.

Una figura no se puede dejar de mencionar en el pitcheo: el Meteoro de La Maya Braudilio Vinent, el hombre que más lechadas ha propinado en la historia de las Series Nacionales con 63. Vinent fue uno de los lanzadores más seguros de la pelota cubana, y gracias a su espectacular forma de lanzar, la fuerza de su brazo y su inteligencia en el box a la hora de enfrentar a los contrarios lo hicieron uno de los pitcher más temidos de la pelota cubana.

Lo mismo se puede decir de los estelares lanzadores Ormary Romero y Norge Luis Vera, ambos Campeones Olímpicos. Integrantes de la reconocida Aplanadora Santiaguera que dominó en los finales de la década del  90 y principios del siglo 21, estos hombres, a fuerza de talento y coraje han logrado marcar pautas dentro del pitcheo cubano en todos los tiempos.

Es un privilegio para los amantes del deporte de las bolas y los strikes en Cuba tener una Serie Nacional con tanta historia y tan buenos representantes. Santiago de Cuba es un territorio abanderado en el desarrollo del buen béisbol que se practica a lo largo y ancho de todo el archipiélago. Todas las categorías cumplen a cabalidad los preceptos técnico-tácticos con los que luego animaran los estadios del patio.

48 años han pasado desde el inicio de las Series Nacionales. En casi 50 campañas regulares se ha tratado de llevar a nuestro pueblo las incidencias de un deporte sano, apasionante, el cual ha situado a nuestra nación en la élite mundial de la disciplina. Con los hijos y nietos de aquellos que jugaron en los terrenos de las primeras series, se anima hoy las gramas beisboleras, muestra de la hermosa labor que se ha realizado.              

   

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